Vicios de Lenguaje

 

Al abordar el estudio sistemático de la comunicación verbal es importante adentrarnos, no sólo en aquellos rubros que han de enriquecer nuestro acervo lingüístico, como el aprendizaje de nuevo y mejor vocabulario, el conocimiento de las figuras retóricas o las diferencias dialectales que se conforman alrededor de las lenguas, sino identificar los escollos que, en el mismo lenguaje, entorpecen, cuando no imposibilitan, el intercambio de experiencias. Nos referimos a los vicios del lenguaje, es decir, los factores que alteran el flujo normal de la experiencia comunicativa verbal. Entre los más frecuentes del lenguaje se cuentan los siguientes:

 

Ambigüedad o Anfibología: doble sentido propiciado por una redacción imprecisa, que se presta a más de una interpretación:

 

  • Vendo calcetines para caballeros de lana.
  • Acabo de conseguir un ventilador eléctrico de bolsillo.
  • Apenas me voy a lavar.
  • Vino el perro de tu hermano.
  • Se solicita muchacha para antojitos en la noche.

 

Arcaísmo: palabra o frase que ha caído en desuso tanto en el habla como en la escritura cotidiana de una localidad, región o de un país determinado, aunque excepcionalmente puede hallarse en la jerga lingüística de algunas profesiones:

 

  • Desfacer entuertos (resolver problemas).
  • Foja (hoja).
  • Currículum (Currículo/s; sólo se admite currículum en currículum vitae).

 

Neologismo: Uso frecuente de vocablos, acepciones o giros nuevos:

 

  • Dobleclicklear
  • Deletear
  • Chatear
  • Escanear

 

Barbarismo: pronunciación o escritura inadecuada de las palabras:

 

  • Poner los puntos sobre las is (sobre las íes).
  • ¿Aprobastes el examen?
  • Compramos las herramientas en base a… (con base en...)
  • Expuso sus argumentos en relación a... (en relación con...)
  • Me avisa cuando váyamos a salir (vayamos).
  • No le satisfacerá lo que dices (satisfará).

 

También se llama barbarismos a los extranjerismos, es decir, palabras de otras lenguas que sustituyen a las existentes en español con sentido completo:

 

  • Show (espectáculo).
  • Amateur (aficionado).
  • Best-seller (éxito de venta).
  • Bungalow (casa de campo).

 

Cacofonía: disonancia que resulta de la repetición de sílabas o letras:

 

  • Juana nadaba sola.
  • Atroz zozobra.
  • Su visión genial fue puntual para la obra colosal que hoy tiene alcance universal.
  • Así ha sido promovido el consabido descuido de quienes han tenido en el olvido esa responsabilidad.
  • Con conocimiento de causa, comunicó a colegas sus correcciones.

 

Hiato: cacofonía provocada por el encuentro de vocales, especialmente perceptible en ciertas combinaciones de a, e, o:

 

  • De este a oeste.
  • Iba a Alcalá.

 

Idiotismo: construcción o expresión peculiar, contra las reglas de la gramática, pero que responde a determinados contextos:

 

  • Alcanzabilidad (alcanzable)
  • Controlabilidad (control)
  • Observabilidad (observable)

 

Impropiedad: empleo de palabras cuyo sentido no corresponde al contexto en el que se utilizan:

 

  • Es un ejecutivo agresivo (audaz).
  • Examinar el tema con profundidad (con atención /detenimiento).
  • Juan ostenta el cargo de alcalde (desempeña / ejerce)
  • El sindicato no varió su posicionamiento (posición).
  • El coche era bien grande. (muy grande).

 

Pleonasmo: empleo de palabras innecesarias, que remiten a las características

 

  • Tubo hueco por dentro (tubo).
  • Persona humana (persona).
  • Volar por el aire (volar).
  • Lo vi con mis propios ojos (lo vi).
  • Muy óptimo (óptimo).
  • Muy idóneo (idóneo).
  • Salir afuera (salir).
  • Subir (subir).

 

Redundancia: repetición o uso excesivo de una palabra o concepto:

 

  • A mí, personalmente, me parece que... (Me parece que...)
  • Suele venir a menudo (suele venir)
  • Grosso modo y a grandes rasgos... (grosso modo).
  • Te quiero, mas, pero sin embargo... (te quiero, mas.../te quiero, pero.../te quiero, sin embargo...) de lo referido:
  • Otra vez volvió a regresar (otra vez volvió / otra vez regresó).

 

Solecismo: falta de sintaxis; error cometido contra la exactitud o pureza de un idioma:

 

  • Lo llevé un regalo (le llevé...).
  • Contra más me lo dices, más me olvido (Cuanto más lo dices...).
  • Ha habido muchas gentes (ha habido muchas personas).
  • Ayer no hubieron clases (no hubo clases).
  • Le vi de lejos (lo vi).
  • Presente también su carta de antecedentes penales  (antecedentes no penales).
  • Pintura acrílica sobre tela y pastel (pintura acrílica y pastel sobre tela).

 

Falta de concordancia:

  • La pareja de ladrones tomaron el taxi (la pareja... tomó).
  • Podrían haber muchas más diferencias (podría).
  • El 30% de los encuestados opinan que… (el 30%... opina que...)
  • El museo y biblioteca municipal cerró (cerraron).
  • Gran parte de los socios votaron en contra (gran parte... votó).

 

Queísmo: uso excesivo de “que” como palabra de enlace:

 

  • Te digo que el auto que me compré es el que quería que me regalara el tío que vive en Toluca.
  • Qué coincidencia que vinieras hoy que platicamos con Carla, la vecina que se casó con el joven que llegó al pueblo hace un mes.
  • Dejé las peinetas que adquirí en la tienda que estuvimos antes y que te encantó.

 

Aqueísmo: omisión inadecuada de “que” como palabra de enlace:

 

  • Espero me visites pronto (¿Qué espero? Que me...)
  • Deseaba cumplieras tus sueños desde niño ¿Qué deseaba? Que cumplieras...).
  • El contador le pidió rindiera cuentas sin demora (¿Qué le pidió el contador? Que rindiera...).

 

Dequeísmo: uso innecesario de la preposición “de” como palabra de enlace:

 

  • Dijo de que se iba (¿Qué dijo? Dijo que...).
  • Contestó de que estaba enfermo (¿Qué contestó? Contestó que...).
  • Creo de que no está bien (Qué creo? Creo que...).

 

Adequeísmo: omisión inadecuada de la preposición “de” como palabra de enlace:

 

  • Estoy seguro que vendrá (¿De qué estoy seguro? De que vendrá).
  • Me acuerdo que me cuidaba con amor (¿De qué me acuerdo? De que me...).
  • No te olvides que debes pasear al perro (¿No te olvides de qué? De que debes...).

 

 

EL GERUNDIO[1]

 

Los gerundios sólo plantean dos grandes problemas: la práctica común de recurrir a ellos excesivamente, y tres usos incorrectos que son fácilmente identificables y,  aún más, corregibles. El exceso, a su vez, se enmienda al tener conciencia del problema y, luego, voluntad para limitar aun el uso de aquellos gerundios que, estando bien empleados, restan expresividad al discurso.

Veamos, pues, cómo puede emplearse bien el gerundio; también será conveniente que advirtamos aquellas circunstancias en que suele usarse mal. No hay por qué tenerle miedo ni evitarlo. Se repite en los libros de redacción, que cuando uno duda sobre tal o cual uso (sobre todo del gerundio), debería abstenerse. Uno, como escritor y como ser pensante, habría de afirmar lo contrario: si hay duda, sería mejor resolverla, aunque esto signifique dedicar 10 o 15 minutos al problema.

 

Usos y abusos del gerundio:

 

La gran mayoría de los usos del gerundio no plantea mayores problemas al redactor. Sólo hace falta clasificarlos y comprender cómo funcionan.

 

Con el verbo estar:

 

Muchas veces el gerundio se encuentra en compañía del verbo  estar, el cual  rige o controla la acción del gerundio:

 

  • Jorge está preparando la cena.
  • Isabel estuvo toda la noche escribiendo.
  • Los perros están cavando un hoyo debajo de la cerca.

 

La diferencia entre estas oraciones con gerundio y las mismas sin gerundio radica en la naturaleza de la acción. Si dijéramos que Jorge prepara la cena, se trataría de una sentencia a secas. Al usar el gerundio, damos a entender que en este momento Jorge está enfrascado en los menesteres de la preparación de la cena. En cuanto al segundo ejemplo, si redactáramos Toda la noche Isabel escribió,  tendríamos otra sentencia: durante toda la noche, Isabel escribió. El gerundio, sin embargo, nos da una idea más palpable de la escritura, pues expresa mejor una acción que dura el tiempo fijado  por el verbo principal (estuvo, en este caso). No expresan lo mismo, y el redactor no debería aceptar que le quiten esta clase de gerundios con el pretexto de que son  incorrectos (no lo son) o de que se dice mejor sin gerundio (esto puede discutirse). Aquí el escritor tiene la responsabilidad de meditar en cómo se transforma la naturaleza de una oración al emplear en ella un gerundio con el verbo estar. Muchas veces, es cierto, resulta mejor no usar el gerundio; el verbo conjugado tiene mucha fuerza. El gerundio, por otra parte, ayuda a trasmitir la sensación de una acción que  dura, que no es instantánea ni describe una costumbre.

 

Ejercicio

 

Lea cuidadosamente estas oraciones y reflexione sobre las diferencias de matiz verbal que encierran.

 

 

Me estaba llamando.

Te estaremos buscando.

¿Me estás amenazando?

Ayer estuvieron filmando.

 

Me llamaba.

Te buscaremos.

¿Me amenazas?

Ayer filmaron.

 

 

 

Coordinado con otros verbos y como adverbio:

 

El gerundio también puede coordinarse con otros verbos. En estos casos, casi siempre indica simultaneidad.  Dicho de otra manera, la acción expresada por el gerundio se lleva a cabo al mismo tiempo que la acción del verbo conjugado que lo rige.

 

  • Martín entró balbuciendo maldiciones.
  • Guillermo, riéndose, amonestaba a sus alumnos.
  • El capataz se levantó, chorreando sangre por todas partes.

 

Debe entenderse, además, que el sujeto del verbo conjugado -en estos casos el sujeto, pero el verbo también podría formar parte de una oración subordinada- es el que controla todo: tanto al verbo conjugado como al gerundio. En otras palabras: es Martín quien entró mientras balbucía maldiciones; es Guillermo quien amonestaba a sus alumnos mientras se reía; es el capataz el hombre que se levantó mientras le salían chorros de sangre por todas partes. Entendido así, el gerundio se emplea como un adverbio: modifica al verbo principal. Se hace hincapié en esto porque el gerundio no se comporta así siempre.

 

La acción del gerundio puede ser inmediatamente anterior a la acción del verbo principal, aunque esto se da con menos frecuencia:

 

  • Abriendo la caja fuerte, Teo sacó un sobre y  se lo pasó a Helena.
  • Haciendo de tripas corazón, logró vencer su miedo.
  • Parándose de súbito en medio de todos, se cayó al suelo.

 

En estos ejemplos se ve que Teo primero abrió a la caja fuerte y después sacó el sobre; el deportista, antes que nada, hizo de tripas corazón para posteriormente lograr vencer su miedo; el sujeto de la tercera oración primero se levantó súbitamente, y sólo después se desplomó.

Las gramáticas tradicionales también consignan la posibilidad de que la acción del gerundio sea inmediatamente posterior a la acción principal, pero eso no está tan claro. El Esbozo..., por ejemplo, ofrece la siguiente oración como modelo de casos de esta naturaleza: "Salió de la estancia dando un fuerte portazo." Puede argumentarse que –efectivamente- primero salió y luego dio el portazo; mas también puede entenderse que la salida y el portazo fueron  simultáneos; Todo depende de qué entendamos por el término "salida". El problema con proponer la posibilidad de usar un gerundio cuya acción es inmediatamente posterior a la acción del verbo principal radica en los frecuentes abusos que se cometen en nombre de esta regla que, a la postre, es debatible.

 

 

 

El primer error garrafal: el gerundio que indica consecuencia o afecto

 

El problema, sin embargo, no es grave. Si recordamos que el gerundio se relaciona íntimamente con el verbo conjugado que lo rige, podemos deducir  que su función está lejos de denotar una consecuencia o efecto  de ese verbo: está casado con él y punto. Con ello en mente resulta fácil entender por qué tantos periodistas, burócratas, políticos, sociólogos y -sobre todo- abogados lingüísticamente mal preparados, caen en el  abismo del gerundio equivocado: nadie les dijo que la acción del gerundio no puede denotar consecuencia o efecto de la acción del verbo principal, aun aceptando que puede ser inmediatamente posterior en relación con él, proposición que tal vez no debiera aceptarse sino con muchas reservas.

 

Veamos algunos ejemplos de esta clase de error tan común:

 

  • Cayó el avión, muriéndose 103 personas.
  • Se firmó el acuerdo, quedando todos contentos.
  • La pentatleta se tropezó, rompiéndose la pierna izquierda.
  • El tragón se comió un cerdo entero, infartándose minutos después.
  • Se abrogó la ley, quedando en libertad los presos.

 

El lector seguramente reconocerá esta clase de construcciones, pues aparecen sin piedad todos los días en nuestros periódicos y revistas. Ya sabe por qué los gerundios están mal empleados aquí: desean indicar consecuencia o efecto de la acción del verbo principal, para lo cual no fueron diseñados dentro de la evolución del idioma. Éste constituye el primer gran error al emplear el gerundio.

Es en extremo sencilla la corrección de estas oraciones; sólo hay que emplear un segundo verbo conjugado y replantearlas donde se estime necesario:

 

  • Cayó el avión y en el percance murieron 103 personas.
  • Todos quedaron contentos cuando se firmó el acuerdo.
  • La pentatleta se tropezó y la caída le produjo una fractura en la pierna izquierda.
  • El tragón se comió un cerdo entero y se infarto minutos después.
  • Se abrogó la ley e inmediatamente quedaron en libertad los presos.

 

 

Ejercicio:

 

Revise algunos periódicos y revistas con el fin de localizar este uso indebido del gerundio. Puede aprovechar la tarea para señalar también puntuación mal empleada. Corrija los errores de los periodistas, mejorando la redacción en todos los casos.

 

Dentro de frases que se refieren al sujeto

 

Podemos emplear el gerundio en frases que se refieren al sujeto. Son muy comunes y perfectamente lícitos:

 

  • Investigando en la hemeroteca, me topé con este libro.
  • Temblando de miedo, la niña me preguntó si conocía a su mamá.
  • El Director General, sonriendo estúpidamente, aceptó mi renuncia.

Este uso del gerundio no contradice el de la simultaneidad (o anterioridad), sino que lo amplía expresamente para incluir frases y no sólo gerundios sueltos. De hecho, ya ofrecimos algunos ejemplos con este sentido (chorreando sangre por todas partes, haciendo de tripas corazón, etcétera).     

También se introduce este uso del gerundio para  contrastarlo con el que sigue:

 

Dentro de frases que se refieren al complemento directo

 

Puede afirmarse que en condiciones normales no se emplea el gerundio referido al complemento directo. No diríamos, por ejemplo, Abandonaron la ciudad consumiéndose en llamas, sino Abandonaron la ciudad, la cual se consumía en llamas. No se diría: Derribaron el avión estallándose en mil pedazos, sino Derribaron el avión, el cual estalló en mil pedazos. (Abajo, diremos más acerca de este problema.)

No obstante, sí hay casos concretos en que podremos usar, sin miedo, gerundios referidos a complementos directos. Éstos sólo pueden llevar gerundio si el verbo que los rige indica percepción sensible o intelectual.  Son éstos los verbos que suelen cumplir con la condición anterior: ve, percibir, oír, sentir, notar, contemplar, distinguir, recordar, encontrar, hallar y otros análogos.

 

  • Vi a mi suegra besándose con mi mejor amigo.
  • Encontraron al viejo leyendo historias a la gente del pueblo.
  • Escuché las gotas cayendo sobre la tapa del piano.
  • Recordé al ladrón levantando el puñal, pero de lo demás... nada.
  • Pudimos distinguir a la mujer corriendo entre los árboles.

 

Como en los demás casos cuando se emplea correctamente, aquí también el gerundio revela una acción o transformación de algún tipo. De ninguna manera debe constituir una cualidad,  como pronto veremos.

 

El segundo error garrafal: el gerundio como adjetivo

 

El otro problema que surge con frecuencia es el gerundio que se ha querido emplear con valor adjetivo, sea para modificar el sujeto o cualquier complemento, aunque lo más común es que se inserte en el complemento directo. Por eso es necesario repetir que los gerundios siempre denotan acción, transformación o cambio, nunca cualidades. (No obstante, véase la excepción en la sección "Cuatro últimas observaciones rápidas" en este apéndice). Veamos algunos ejemplos, demasiado comunes, del mal empleo del gerundio como adjetivo:

 

  • Se promulgó una ley aboliendo el comercio en la calle.
  • Me envío una carta informándome de la salud de mi madre.
  • Abrimos una caja conteniendo 100 libros y varias partituras.
  • Escribieron un artículo atacando al senador Domínguez.
  • El equipo ganando más partidos será campeón.

 

En cada uno de estos casos el gerundio quiere cumplir una función adjetiva, para lo cual no está facultado. Para evitar sencillamente este problema, se vuelve a plantear la proposición con una oración subordinada especificativa.

 

 

  • Se promulgó una ley que abolía el comercio en la calle.
  • Me envió una carta que me informó de la salud de mi madre.
  • Abrimos una caja que contenía 100 libros y varias partituras.
  • Escribieron un artículo que atacaba al senador Domínguez.
  • El equipo que gane [ganador de] más partidos será campeón.

 

Desde luego que pueden replantearse de otra manera, pero ésta es la más sencilla. Por ejemplo, en la segunda oración pudimos haber escrito: "La carta que envió me informó de la salud de mi madre", o "Recibí una carta en la cual me informó acerca de la salud de mi madre", etcétera.

 

En complementos circunstanciales

 

En todos los casos anteriores, la acción del gerundio está casada con la del verbo principal, es decir: con la del núcleo del predicado. No obstante, cuando el gerundio se emplea en los complementos circunstanciales, puede adquirir cierta vida independiente, como en los tres ejemplos siguientes con asterisco (*); en los otros dos casos, sigue existiendo una relación estrecha entre el sujeto, la acción del verbo principal y la del gerundio. Esto, en última instancia, no resulta tan importante como el hecho de que se puede emplear el gerundio en complementos circunstanciales prácticamente de cualquier tipo. Es importante recordar, sin embargo, que la relación entre la frase circunstancial y el resto de la oración debe estar perfectamente clara.

 

  • Estando los policías, no creo que nadie se atreva a tocarte. (Construcción absoluta: no se refiere ni al sujeto ni al complemento directo)
  • Habiendo visto las estrellas, dejaron de fijarse únicamente en las piedras del camino.  (Complemento circunstancial de tiempo)

 

  • Habiendo tantas mujeres. Edipo tuvo que enamorarse de su madre. (Complemento circunstancial concesivo)

 

  • Brindando y cantando, intentaron despertar a quien ya había muerto. (Complemento circunstancial de modo)

 

  • Dirigiendo tú, no creo que haya problemas con la orquesta. (Complemento circunstancial condicional)

 

Tercer error garrafal: usar el gerundio en lugar de un verbo conjugado cuando se trata de la segunda de dos oraciones coordinadas o de una oración subordinada.

 

Se recordará que es posible unir –coordinar- dos oraciones independientes para que coexistan en una sola proposición. O se puede subordinar una oración a otra que es independiente.

Podría escribir, por ejemplo: Gritaron una serie de improperios al dignatario, a pesar de que ignoraban la reacción que provocarían entre los guardaespaldas. Aquí, de hecho, hay  tres oraciones: una independiente y dos subordinadas. La independiente (Gritaron una serie de improperios al dignatario) se une a la primera subordinada (a pesar de que ignoraban la reacción) por la conjunción adversativa "aunque". Hay redactores que prefieren suprimir el verbo conjugado de la subordinada, y poner en su lugar un gerundio porque consideran que el verboide es más elegante, como en  estos ejemplos. Los últimos dos fueron tomados de la prensa  mexicana; el primero es el mencionado:

 

  • Gritaron una serie de improperios, ignorándose la reacción que provocarían en los guardaespaldas.

 

Al momento de disparar al frente del candidato, fui empujado por una de las personas que se encontraban en ese lugar, logrando efectuar dos disparos con el arma de  fuego que portaba, siendo detenido en esos momentos por unas personas vestidas de civil. (Declaración de Mario Aburto Martínez, asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, tomada el 23 de marzo de 1994).

 

  • El 30% de la población se encuentra en la pobreza extrema, destacándose los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

 

Aquí se ve que no se trata ni del gerundio como adjetivo, ni del gerundio que indica consecuencia o efecto. Simple y sencillamente los redactores optaron por gerundizar el segundo verbo conjugado de dos oraciones yuxtapuestas. Para que estos gerundios estén bien empleados, deben cumplir alguno de los  requisitos ya mencionados: tienen que regirse por el verbo principal, por ejemplo, lo cual no sucede, tienen que formar parte de un complemento circunstancial, lo cual tampoco sucede; tienen que fungir como adverbio, y aquí no lo hacen... La solución en estos casos es obvia y fácil: no hace falta sino reconocer que se trata de dos oraciones coordinadas o subordinadas y permitir que cada verbo sea conjugado.

 

Ejercicio

 

Vuelva a redactar los ejemplos anteriores con verbos conjugados en lugar de los  gerundios. Escriba otros ejemplos de este error. Busque en revistas y periódicos más ejemplos de errores de esta naturaleza. Distinga entre el error de las oraciones yuxtapuestas y el que ocurre con el gerundio que busca expresar consecuencia o efecto. Son muy parecidos, aunque no iguales.

 

Cuatro últimas observaciones rápidas

 

Sólo hay dos gerundios que sí pueden emplearse como adjetivos: ardiendo e hirviendo. Uno puede escribir tranquilamente que "Xavier se quemó con agua hirviendo",  y que "Se llevaron al niño ardiendo en fiebre".

Es, asimismo, lícito convertir los gerundios en diminutivos, aunque esto ya suena un poco anticuado: "Llegó resoplandito el mensajero." "Se fue leyendito encima de su caballo," "En llegandito mandó llamar a sus criados."

Hay gerundios que solemos encontrar únicamente en pies de foto o grabado, en títulos de obras diversas, descripciones y escritos análogos. No tienen verbo principal alguno a que puedan referirse. Se trata de casos excepcionales, aunque lícitos: "Marco Antonio discutiendo en el senado." Los peregrinos atravesando el desierto." "Neruda leyendo en Venezuela." Tal vez estas construcciones puedan entenderse como el complemento directo de un sujeto y núcleo de predicado "virtuales", cuando el verbo es de percepción: "Aquí vemos a Marco Antonio discutiendo en el senado." "Aquí vemos a los peregrinos atravesando el desierto," etcétera.

Por fin, también es posible anteponer la preposición en a un gerundio. De hecho, es la única preposición que puede asumir esta posición: "En llegando, me hablas para ver cómo está tu mamá." "En abriendo la carta que encontró sobre la mesa, se comunicó de inmediato con el abogado que había contratado para defenderlo."

 

 
PALABRAS BAÚL

 

Si la sinonimia constituye el mejor indicativo de la riqueza léxica de una lengua, el fenómeno de las palabras baúl supone el lastre más empobrecedor para el vocabulario. Bajo esta denominación se conocen aquellos términos cuyo contenido semántico es tan amplio y vago que sirven para nombrar casi todo; son intercambiables entre sí y pueden ser sustituidos por palabras con sentido preciso, según el contexto.  Algunos ejemplos:

 

Cosa:

 

  • Han comprado todas las cosas del pastel.
  • No hay cosa más típica que la paella.
  • La solidaridad es una cosa positiva.
  • Tomar drogas es una de las cosas más envilecedoras.
  • La cosa se complicó cada vez más

 

Claro:

 

  • Está claro que el negocio marcha mal.
  • El plan del grupo resultó claro para todos.
  • Cada vez me queda más claro que no le interesó el video.
  • Con esos lentes no se ve claro.
  • Fue claro con sus metas y las cumplió.

 

Grave:

 

  • La falta que cometió es bastante grave.
  • Resulta grave que, a tu edad, caigas en esas provocaciones.
  • De por sí, su situación escolar es grave.
  • Percibió el gesto grave de su progenitor.
  • Es grave que desperdicies el tiempo de esa manera.

 

Raro:

 

  • Esa forma de comportarse es rara en Javier.
  • Pudiera parecer raro, pero aún no se recupera.
  • La voz de Carmen sonó rara esta mañana.
  • El más raro de todo fue su desaparición de escena.
  • Esta historia está muy rara.

 

Elemento:

 

  • Claudio es el mejor elemento de la obra.
  • Profesores y estudiantes son los elementos más importantes en el aula.
  • Pocos elementos son tan indispensables como la electricidad.

El agua es un elemento vital.

  • Cada elemento del cuadro está en armonía con el resto.

 

Importante:

 

  • Lo más importante es que confíes en ti.
  • Es importante mantener limpio el instrumental médico.
  • El de hoy es un logro importante en su carrera.
  • Las personas más importantes para ella son sus padres.
  • Es un trabajo importante; ningún elemento lo habría hecho mejor. 

 

Especial:

 

  • El dueño es una persona especial.
  • Un aniversario como éste tiene que ser especial.
  • Efraín guarda recuerdos especiales de su infancia.
  • Las palabras del director dieron un toque especula al evento.
  • Tú has elegido un camino muy especial y difícil.

 

Algo:

 

  • Quiero decirte algo.
  • Quise comprarle algo, pero no supe qué.
  • El tablado tiene algo defectuoso.
  • Tamara se puso algo raro en el cabello.
  • Algo que no soporto es la mentira.

 

Esto, ésta, este, ése, éstos, éstas; cual, cual, que, quien (cuando no remiten a un contexto adecuado o compartido):

 

  •  Yo quería esa alfombra; esto no tiene remedio para ninguno de los dos.
  • No me gusta cómo atiendes a ése, lo cual no me explico.
  • El perro comió todo el alimento, quien estaba muy rico.

 

Haber:

 

  • Ese hombre tiene asma.
  • Tiene las fotos en su cajón
  • La empresa tiene momentos difíciles.
  • La función tuvo un éxito impresionante.
  • La parcela tiene mil metros cuadrados.

 

Hacer:

 

  • ¿Hiciste la comida?
  • La santa hizo grandes milagros.
  • Hicieron a pie el resto del camino.
  • Su amigo le hizo múltiples favores.
  • Ayer hizo dieciocho años conmigo.

Poner:

 

  • No se sabe poner la corbata.
  • No puso su nombre en la banca correcta.
  • Le pusieron vendas en la herida.
  • Hay que poner un anuncio en el periódico.
  • Nadie quiere poner dinero para el proyecto.

 

Coger:

 

  • Cogimos el camión ya cuando volvíamos.
  • Coge bien los paquetes, que son muy frágiles.
  • No pude coger el vuelo contratado.
  • Abrígate bien, no vayas a coger un resfriado.
  • Cogió el sombrero y lo arrojó por los aires.

 

Dar:

 

  • Hace años, le dieron la Orden al Mérito Universitario.
  • El profesor dio una conferencia magistral.
  • Ya me dieron las llaves del departamento
  • La agresión se dio cuando los jóvenes llegaron a la fiesta.
  • El desempleo se da con más frecuencia en el campo.

 

Aparecer:

 

  • El sol aparece opacando siempre a las estrellas.
  • Los síntomas de la enfermedad aparecen poco a poco.
  • La idea apareció en su mente de improviso.
  • Hoy apareció una mariposa en mi habitación.
  • Las sorpresas aparecen cuando menos lo esperas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Sandro Cohen (2001). “El gerundio”, en Redacción sin dolor. Aprenda a escribir con claridad y precisión, México, Ed. Planeta, pp. 261-274.